Contramaestre Constantino Micalvi

Biografía

Contramaestre Constantino Micalvi

No se tienen antecedentes del lugar y fecha de nacimiento, ya que en esa época la gente de mar se contrataba en la Oficina General de Enganche de Marineros, cada vez que se acercaba una contingencia externa o interna, no existiendo mayores datos personales ni familiares. Ingresó al servicio de la Armada como marinero primero el 3 de noviembre de 1877 y se le destinó a la corbeta "Esmeralda", en la que asumió como Contramaestre 1°, cuando se vislumbraba el conflicto con Bolivia.

Tomó parte activa en el más célebre de los combates navales que viera nuestra patria durante la Guerra del Pacífico, en el Combate Naval de Iquique, entre la vieja corbeta "Esmeralda" y el monitor "Huascar" .

Milcalvi fue uno de los náufragos recogidos por el "Huascar" y llevados a la Aduana de Iquique, donde estuvo prisionero, junto a la tripulación sobreviviente del heroico combate.

Cuando el Comandante del "Cochrane", Juan José Latorre Benavente tomó la ciudad de Iquique, el 22 de noviembre de 1879, luego que ésta había sido abandonada por sus autoridades y su guarnición, a raíz de la derrota Perú-boliviana en la batalla de Dolores, Milcavi junto a los tripulantes de la "Esmeralda" fueron recibidos con honores por la dotación del blindado "Cochrane" y poco después embarcados en la capturada "Pilcomayo" hacia el puerto de Valparaíso al seno de sus familiares o, por lo menos, al cobijo de la patria. 

Durante 1880 el contramaestre Constantino Milcavi asumió el mismo cargo en la goleta "Virjen de Covadonga" , siendo su Comandante don Pablo S. de Ferrari.

Encontrándose ésta, en la ensenada de Chancay al norte del Callao, en acciones de reconocimiento de un puente de ferrocarril, que su Comandante se proponía destruir para impedir el tráfico de trenes a Lima, se aproximó a la playa concentrando el fuego sobre lanchas y botes fondeados cerca del muelle del puerto.

Un pequeño botecito se liberó del cañoneo, ordenando su Comandante previa revisión, izarlo a bordo.

Cuando el Contramaestre Milcavi daba con su pito la voz de "Listo", resonó un estampido horroroso provocado por la explosión de dinamita adherida ocultamente en el pequeño bote. Una impresionante bocanada de humo negro y llamas abrasaron a quienes estaban próximos, produciendo una avería de tal consideración en la goleta "Covadonga", que esta se comenzó a hundir rápidamente.

En sólo tres minutos de aquel 13 de septiembre de 1880, la gloriosa nave se hundía con todo su bagaje de historia y tradición. El contramaestre Milcavi fue uno de quienes murieron con la explosión del bote y este sargento de mar, que había salvado su vida en el hundimiento de la "Esmeralda", fue a perderla poco después, esta vez con pena, pero sin gloria. por la acción de un infame brulote.

Los últimos instantes de la Covadonga

El día que se hundió la Covadonga, este buque chileno había disparado sobre la línea férrea 3 tiros y luego sobre dos embarcaciones surtas en el puerto, pero como no las pudo hundir, enviaron al chinchorro con gente para examinarlas. Ellos sólo revisaron una embarcación, un bote elegante, pero como no encontraron nada raro, el comandante chileno sólo ordenó que la lleven a bordo. Después hundieron a tiros la otra embarcación, una lancha de la empresa Grace Brothers.

Para saber lo que se vivió en la Covadonga al momento de hundirse sólo podemos recurrir a los testimonios de los sobrevivientes del buque chileno. Los sobrevivientes fueron 29 tripulantes que se salvaron en una canoa y fueron avistados por la cañonera chilena Pilcomayo en Ancón a las 10 p.m., y 46 náufragos rescatados por las autoridades peruanas de Chancay. Los muertos fueron 66.

El parte oficial que el teniente 1° Enrique Gutiérrez escribió lo siguiente:

"... con el objeto de reconocer el puerto, en el que se decía existía un puente de la línea férrea, el comandante se acercó a tierra a la distancia de 500 metros. Después de reconocer la costa por hora i media i no encontrar puente alguno que destruir, se concreto a echar a pique una lancha i un bote que se encontraban a 300 metros del muelle de fierro. La lancha se echó a pique, pero no así el bote, después de varios disparos con el cañon de proa.

Entonces el comandante ordenó arriar el chinchorro i nombró al aspirante señor Meliton Guajardo i al calafate para que después de sacar todos los útiles que hubiera en dicho bote, procedieran a su destrucción. Pero notando, por lo que decían los comisionados, que no había nada al parecer sospechoso, mandó suspender la órden de echarlo a pique i, en cambio, órdeno sacarlo fuera de la bahía. Mientras se preparaba los aparejos para izarlo, previne al comandante que seria bueno reconocer el cajón de popa del escudo. Despues de aprobar mi observación, agregó que no había necesidad porque ya el calafate lo había reconocido i le había asegurado que no existía nada sospechoso, por lo que dio órden de izarlo lo mas pronto posible.

Como a las 3.15 P.M. ordenó al teniente 2° don Froilan Gonzalez, que se encontraba de guardia, que apurara la maniobra de meter el bote dentro. El señor Gonzalez me observó lo mismo que yo ya había dicho ya al señor comandante: que era conveniente reconocer el cajón de popa, a lo que contesté que lo hicieran. Pero cuando iba a mandar al carpintero para que llevara a cabo dicha órden, el contramaestre tocó listo i tensaron las tiras de los aparejos, a lo que siguió una esplosion en el bote. Acto contínuo el buque principió a sumerjirse rápidamente. No había duda de que el bote encerraba un torpedo.

Cuando abandone el buque con los 28 tripulantes que han salvado en la canoa, éste estaba totalmente perdido, pues solo quedaba sobre la superficie una parte de la popa i los masteleros" (4).

También el teniente Gutiérrez nos cuenta que cuando se acercaban a la Pilcomayo en Ancón, fueron perseguidos por un bote que venía de tierra que les hizo disparos, pero no hemos encontrado ninguna versión peruana que confirme eso por lo que dudamos que ese hecho haya ocurrido. Lo que sí es cierto, es que cuando vieron desde Chancay que salió una canoa con sobrevivientes de la Covadonga, se envió a perseguirlo.

En el "Sumario seguido para averiguar las causas de la pérdida de la Covadonga" del 16 de septiembre de 1880, el teniente 2° Vicente Merino declaró lo siguiente:

"... Me fui a la cámara de oficiales i luego que supe que la canoa estaba al costado, subí a cubierta i me dirijí a proa a estribor, adonde se encontraba ya casi lista para izarla. Me asomé al portalon i notando que tenia cajas de aire a popa i proa i viendo que no habían sido reconocidas, pues la de la proa estaba herméticamente cerrada i la de la popa solo tenia un agujero para colocar el asta de la bandera.

Estando listo ya para enganchar los agujeros, subí precipitadamente al puente de proa, en donde se encontraba el teniente de guardia señor Froilan Gonzalez i le pedí hiciera forte la izada porque el bote me parecía mui sospechoso por esas cajas de aire; a lo que me contestó que el bote había sido reconocido por el calafate i el mismo comandante que lo había recibido en el portalon. Entonces le pregunté si él habia visto destapar dichas cajas; me contestó que no, pero que suponía que el comandante las hubiera hecho destapar, porque ordenó izasen le bote inmediatamente. Insistí en que debía hacerse reconocer, i además que temía que el mecanismo para hacer éstas estallar la carga que podían contener las cajas, debía estar en los cáncamos para enganchar en el aparejo. Entonces el teniente Gonzalez me dijo que podía tener razón, i dio inmediatamente, al contramaestre, que se encontraba ahí cerca, de "forte la izada de bote", i me dijo que le iba a decir al teniente 1° mis recelos. Yo me dirijí a popa, en donde divisé al comandante que estaba probando unas cápsulas en la ametralladora. En mi trayecto encontré al teniente de la guarnición señor Blanco i le hice presente mis sospechas, i continué para popa, cuando, al llegar a la toldilla siento el pito del contramaestre i casi instantáneamente una fuerte detonación. Inmediatamente el buque se principió a sumerjir por la proa, la jente que estaba a popa, trató de arriar la canoa i chinchorro que estaban izados en esta parte, consiguiendo solo arriar la canoa, en donde salvamos 29. Estábamos solo a ocho o diez metros del costado del buque cuando éste se sumerjio totalmente, dejando su mastelero de gavia sobre la superficie, en donde se refujiaban los que volvían a flote..." (5).

El teniente Manuel 2° Blanco, del regimiento Artillería de Marina, declaró lo siguiente en el Sumario:

"... el comandante ordenó arriar el chinchorro i que en él fuera el aspirante don M. Guajardo, el calafate i tres marineros con órden de reconocer cuidadosamente el bote i que después de reconocido lo destruyeran. Una vez que el chinchorro atracó al bote, saltó a él el calafate i un marinero, quienes después de rejistrarlo, gritaron que no hai nada sospechoso, i se aprontaron a cumplir la órden que llevaban de destruirlo, cuando el comandante les ordenó de viva voz que no lo destruyan: "Sáquenlo a remolque para afuera".- Al pasar el bote por la popa del buque, como a unos 100 metros, el teniente Merino, que se hallaba cerca de mí, les gritó: - "Rejistren la cámara de popa"; a lo que contestó el calafate:- "No hai nada absolutamente". Luego después se mandó retirar a la jente, por lo cual bajé a la cámara. Sabiendo como a las 3.30 P. M., que el bote se iba a izar, salí a cubierta; i allí me encontré con el teniente Merino, quien me dijo que sospechaba mucho, porque le parecía que las cajas de aire del bote no habían sido reconocidas, i que esto mismo acababa de advertirlo al oficial de guardia, a fin de que no izaran el bote, porque le parecía que en los cáncamos para izarlo podría estar la trampa; también me agregó que el oficial de guardia, a su vez, había ido donde el 2° comandante para esponerle sus sospechas. En seguida me fui a la toldilla de popa, i al llegar allí sentí una fuerte detonación, por la que comprendía que había estallado el torpedo, pues el buque principiaba a irse a pique por la proa; viendo que tanto unos oficiales como marineros trataban de arriar la canoa que estaba a popa a estribor, me uní a ellos, embarcándome en ella. No habíamos conseguido separarnos 10 a 12 metros, cuando la "Covadonga" se hundió, quedando a la vista la parte superior de los palos, de donde se tomaron algunos que quedaron sobrenadando. No siendo posible admitir ninguno mas a bordo, porque la canoa se habría ido a pique, i notando que en tierra se aprontaban para echar botes al agua, nos alejamos en dirección a Ancón ..." (6).

En el mismo Sumario, el ingeniero 1° Cipriano Encinas:

"... A las 12.45 P. M. del dia 13 de septiembre me encontraba en el departamento de maquinas cuando se tocó zafarrancho de combate; acto continuo ocupé mi puesto con los demás ingenieros subalternos. Despues de concluido esto, a las 3 P. M., me ocupaba en poner al dia el consumo de carbón, anotándolo en el Diario. Poco ántes de concluir llega el ingeniero 3°, seño Rebolledo, a darme cuenta del carbón de su guardia de 8 a 12 P. M., cuando siento una esplosion a proa. Esta esplosion removió todo el lugar donde yo me encontraba, tirándome debajo de la mesa donde escribia. Al pararme me encuentro con el ingeniero 3° señor Feite, quien me dice ser torpedo el que hizo esplosion; al mismo tiempo trato de pasar al departamento de máquinas, pero ya estaba por el agua i humo que hacia imposible permanecer en ese lugar; siendo inútil mi presencia en ese punto, me dirijí a la cubierta. Ya el buque se sumerjia a proa i no tuvwe mas tiempo que para saltar a uno de los botes que en ese momento se arriaba. Creo que la mayor parte o tal vez todos los fogoneros de guardia de abajo que se encontraban en el departamento de los calderos han perecido en la esplosion del torpedo ..." (7).

El Resumen Fiscal del Sumario, realizado por el capitán corbeta Luis A. Lynch el 27 de septiembre de 1880, señala que el reconocimiento del bote donde estaba el torpedo, realizado por el aspirante Melitón Guajardo y el calafate José María Avila, fue hecho muy a la ligera y aseguraron varias veces de que no había nada sospechoso, por lo que el comandante de la Covadonga cambio de opinión de destruirlo. El capitán de altos, José Cacaldi, también hizo las mismas observaciones. Según el contador 2° Francisco 2° Leighton, el calafate dijo: "Casi habíamos perdido un bote tan lindo por ser tan desconfiados" (8).

El comandante de la cañonera Pilcomayo fue a Chancay al día siguiente para buscar más sobrevivientes y nos cuenta como estaban los restos de la Covadonga:

"... La "Covadonga" se encuentra en 11 brazas de agua, con la mayor parte de su aparejo a la vista, i al cual había puesto fuego el enemigo" (9).

El guardiamarina Guajardo estaba mal herido, pero se pudo recuperar después en Lima. Los náufragos recibieron ropa, calzado y un sol diario para alimentos.

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