La Batalla de Yungay
Guerra del Pacífico
La Batalla de Yungay
La Batalla de Yungay
Guerra del Pacífico
Himno a la victoria De Yungay

La Batalla de Yungay, fue una batalla efectuada en el marco de la Guerra entre la Confederación Perú-Boliviana, y el Ejército Unido Restaurador, y se desarrolló en Yungay en territorio del Estado Nor-Peruano, a partir de las nueve de la mañana, el 20 de enero de 1839.
El accionar del General en jefe Manuel Bulnes, y del General Ramón Castilla, decidió la batalla en favor de los restauradores, quienes desalojaron el cerro Pan de Azúcar y cruzaron la quebrada del río Ancash para derrotar al Ejército Confederado. Santa Cruz indica que la deserción del coronel Guilarte influyó en el resultado.
Fuerzas en Presencia
Diversos historiadores concuerdan en asignar a ambos ejércitos un promedio de 6.000 hombres al momento de librarse la batalla, cifra superior a la oficialmente aceptada por los protagonistas. Debe tomarse en cuenta que las marchas forzadas en tiempo de lluvias, por una región talada, que precedieron al encuentro en Yungay habían causado considerables bajas a ambos bandos.
El Ejército Confederado, según testimonio del general Andrés de Santa Cruz, contaba con 4.052 soldados de los cuales 1.521 eran bolivianos. Santa Cruz, si bien era un notable administrador y político, era un militar medio, que en esta ocasión no contaba entre su estado mayor a dos de sus mejores generales, el británico Francisco Burdett O'Connor y el alemán Otto Philipp Braun, veteranos ambos de las Guerras de independencia hispanoamericana que se habían distinguido en las anteriores campañas de Santa Cruz primero contra Salaverry y luego en el frente argentino
El Ejército Restaurador contabilizaba un total de 5.302 hombres, según relación del Estado Mayor General , de los cuales 1.022 eran peruanos de los batallones Huaylas y Cazadores del Perú. A favor de los restauradores se encontraban generales de gran experiencia en combate. El General en Jefe del Ejército era el chileno Manuel Bulnes, el Jefe del Estado Mayor era el también chileno José María de la Cruz y los generales de las divisiones del ejército restaurador eran los peruanos Juan Crisóstomo Torrico, Juan Bautista Eléspuru, Juan Francisco de Vidal y Ramón Castilla a pesar que la batalla se libró por cuerpos y no por divisiones los generales peruanos condujeron el despliegue de las tropas.
Antecedentes
La segunda expedición restauradora, enviada a combatir a Santa Cruz y su gobierno en la Confederación Perú-Boliviana, se batía en retirada tras haber abandonado Lima. Marcharon hacia Huaraz, San Miguel y luego a Yungay. Al mando de las tropas restauradoras, se encontraban el General en Jefe del Ejército Restaurador, Manuel Bulnes y el Presidente del Perú Agustín Gamarra. En esos momentos la Armada de Chile de la expedición restauradora dominaba los mares.
Andrés de Santa Cruz, quien al mando del Ejército Confederado, intentaba dar caza a los restauradores, y tras un indeciso combate en Buin el 6 de enero de 1839, intentaba terminar pronto con las tropas del Ejército Restaurador, para así estabilizar la situación interna de la confederación, y evitar nuevos alzamientos en su contra.
Santa Cruz avanzó sobre sus enemigos y ocupó Yungay, con la intención de cortar la línea de abastecimiento de la Expedición Restauradora. Santa Cruz buscaba forzar la paz tomando en cuenta su situación ventajosa. Por otra parte, Bulnes sabía que el regreso a Chile con "sólo con la paz", era inaceptable, tomando en cuenta los sucesos de la primera expedición liderada por Manuel Blanco Encalada, que fue derrotada por Santa Cruz.
El estado mayor del Ejército Restaurador en deciden buscar una posición más adecuada y presentar batalla.
Geografía
El pueblo de San Miguel (donde se encontraban las tropas restauradoras) esta separado del pueblo de Yungay (donde se encontraban las tropas confederadas) por tres leguas. Desde Yungay a la izquierda se encuentra el río Santa pegado a la cordillera. El río Santa es cortado por el río Ancash que baja desde la cordillera y forma un barranco. Desde San Miguel, a dos leguas se ve a la izquierda primero el cerro Punyán, luego el cerro Pan de Azúcar y después el barranco del río Ancash. A lado del cerro Punyán esta la hacienda Punyán.
La batalla
Los confederados se detiene en Carhuaz, al igual que los restauradores en jornadas en que "se dormía, y se comía mal, y se caminaba siempre en medio de la lluvia".
Los restauradores se establecen cerca de Tarar, y el 13 de enero Santa Cruz ocupa el pueblo de Yungay. A todo esto, los víveres comienzan a escasear en las tropas restauradoras, y no habiendo donde obtenerlos, se requiere elegir entre continuar con la retirada o atacar a los confederados, en el sitio que ha elegido y que fortifica apresuradamente.
Ambos ejércitos, deciden dirimir una situación que se prolonga demasiado, y en la madrugada del 20 de enero, el ejército restaurador pone en marcha desde San Miguel hacia Yungay, las cuatro divisiones que incluyen infantería, caballería y artillería.
Santa Cruz, la noche del 19 de enero envía al coronel Manuel Rodríguez Magariños para observar las acciones de los restauradores. Pero Magariños además mantiene una conversación con Gamarra.
El Protector envía al general Quiroz con 600 soldados a las cumbres del cerro Pan de Azúcar, desde donde puede dominar todo el terreno. A lado de la quebrada del río Ancash se encontraba por la derecha la división de Herrera y por la izquierda la división de Morán. Al medio la artillería y detrás de ellos la caballería al mando del general Pérez de Urdidinea.
Separan a los dos ejércitos, un llano poco largo, encerrado entre el río Santa, y la Cordillera, y en cuyo fondo se destacan, como en avanzada los cerros empinados de Ancash, Punyan y Pan de Azúcar, detrás de cuales, se esconde la barranca profunda del río Ancash. Sigue después una plazoleta de 350 metros de ancho, por 600 de largo, y a continuación las trincheras confederadas. El caserío de Yungay cierra el cuadro.
Enfrentamiento en los cerros Punyán y Pan de Azúcar
Bulnes comienza su ataque por el cerro Punyán. El batallón Aconcagua, al mando de Pedro Silva escala el cerro Punyán que es de fácil acceso. Acompaña al batallón el coronel Juan Antonio Ugarteche como guía. El Aconcagua baja el cerro Punyán y espera entre los cerros Punyán y Pan de Azúcar reunirse con el resto del ejército restaurador.
Santa Cruz envía al batallón Ayacucho el cual sube el cerro Punyán. Para sostener las posiciones confederadas en el cerro Punyán. El protector envía luego tres compañías más a órdenes del coronel Guilarte. Así Santa Cruz tendría el control de las alturas del Pan de Azúcar y del Punyán.
Bulnes dispone a los batallones Portales, Valdivia y Huaylas ocupar el cerro Punyán y enfrentarse a las tropas confederadas que se encuentran allí. Las compañías confederadas del coronel Guilarte abandonan la batalla por la derecha retrocediendo sin dar un disparo. El batallón Ayacucho también es obligado a retroceder por los compañías restauradoras que toman el Punyán como por el batallón Aconcagua que se encontraba en la base del cerro.
A las 9 de la mañana, Bulnes envía una columna de 400 hombres al mando de Jerónimo Valenzuela de las compañías Carampangue, Santiago, Valaparaíso y sexta de los Cazadores del Perú, a ocupar el cerro Pan de Azúcar. Con ellos se encuentra el coronel Juan Antonio Ugarteche. Las tropas confederadas de Quiroz hacen fuego nutrido y ruedan peñascos cuesta a bajo. En las tropas restauradoras caen sucesivamente muertos el comandante Valenzuela, y el Mayor Andrés Olivares, quien le sucede en el mando. Las compañías siguen la ascensión, liderados por sus capitanes.
Para sostener a las tropas confederadas en el cerro Pan de Azúcar, Santa Cruz envía al batallón Nº4 de Bolivia divida en dos compañías, una al mando del coronel Feliciano Deheza y otra del coronel Manuel Isidoro Belzu. El batallón Nº4 atraviesa el barranco del río Ancash y allí se enfrenta a otras tropas restauradoras enviadas por Bulnes.
Para las 10 de la mañana, la compañía del batallón Carampangue ya no tiene más jefe que una sargento segundo, llamada Candelaria Pérez. Otras compañías están reducidas a la mitad, y finalmente logran llegar a la cumbre tras un duelo a la bayoneta, donde mueren 500 confederados incluyendo su jefe, el general Quiroz.
Inicia el enfrentamiento en la quebrada del río Ancash
Bulnes para contar con una mejor visión del campo de batalla, se acerca a la hacienda Punyán, la cual ocupa sin resistencia. Desde allí observa los sucesos de la batalla.
Santa Cruz envía el 4º Regimiento a apoyar a la guarnición de Quiroz en el cerro Pan de Azúcar. El 4º Regimiento cruza la quebrada del río Ancash por un camino pegado a su lado derecho en las faldas del cerro Ancash. Bulnes envía contra el 4º Regimiento al batallón Colchagua de Urriola, quienes ocultados bajo alta vegetación los dejan acercarse hasta dispararle una descarga, lo que tiende un tercio del regimiento boliviano. El 4º Regimiento carga a la bayoneta sobre el Colchagua, haciéndolo retroceder. Bulnes envía al batallón Portales apoyar al Colchagua el general Juan Bautista Eléspuru conduce personalmente a este cuerpo cayendo mortalmente herido durante el enfrentamiento que hace retroceder al 4º Regimiento por el mismo camino de la quebrada del río Ancash. Los soldados del Portales persiguen a los confederados pasanda la quebrada y llegando hasta sus defensas, pero tienen que retroceder por la superioridad numérica en las defensas confederadas de Herrera, por lo cual retornan atrás de la quebrada.
Bulnes envía a atacar la derecha nuevamente al batallón Colchagua apoyado del batallón Valdivia siguiendo un camino a lado del cerro Ancash y por el centro envía al batallón Portales, Cazadores del Perú y la mitad del batallón Huaylas . El puente sobre el río Ancash se encontraba destruido, por lo que estos batallones tienes que bajar la quebrada del Ancash para cruzar el río y enfrentarse a las confederados. Luego envía a atacar la izquierda a las compañías Carampangue, Santiago y la otra mitad del Huaylas, quienes también tienen que bajar la quebrada para cruzar el río.
Los confederados se mantienen tras las trincheras de piedra y barro, colocados en la derecha se encuentra las divisiones de Herrera con los batallones de Peña, Sierra y Bermúdez y las divisiones Trinidad Moran en la izquierda con los batallones Pichincha, Arequipa y Cazadores del Centro. Detrás se encontraba la caballería confederada y las compañías Lanceros y Escolta del Protector Santa Cruz.
La batalla se hace general, los restauradores a campo abierto, y los confederados tras sus trincheras. Detrás del río Ancash se encontraba la artillería del coronel Matucana del ejército restaurador. La artillería confederada se atacaba desde el medio de su línea al mando del coronel Pareja.
A las 14:30, el general Pedro Bermúdez envía al 3º Regimiento a saltar sus trincheras, y cargar a la bayoneta, sobre el batallón Portales, que comienza a batirse en retirada, quebrantando a toda la línea restauradora con su ejemplo, recibiendo además la carga de los confederados desde las trincheras.
Dando por segura la derrota de los restauradores, la caballería del general Pérez de Urdininea, parte a cortar a los batallones en retirada, y la infantería confederada deja sus parapetos para atacarlos en campo abierto.
La acción de Bulnes frente a la carga de Santa Cruz
La historiografía chilena indica que ante la carga de Santa Cruz y la retirada de los restauradores, Bulnes toma el mando del batallón Valparaíso, cruzando la quebrada del río Ancash, para apoyar al Portales. De igual manera cruzan el la barranca de Ancash el Santiago y la mitad del Huaylas para apoyar la retirada del Carampangue. La acción de Bulnes permite organizarse al Portales y el Carampangue y volver a la batalla. Algunos batallones confederados que habían dejado sus trincheras regresan a sus defensas.
La caballería restauradora también cruza el Ancash que apenas organizada al otro lado al mando de Fernando Baquedano se enfrenta a la caballería confederada de Pérez de Urdininea.
El coronel Fernando Baquedano también se lanza a la carga. Se enfrentan cerca a las líneas de la infantería confederada contra los Lanceros de Bolivia y la escolta de Santa Cruz. Los confederados envían al coronel García Pizarro con los escuadrones Coraceros y Carabineros de la Frontera que, hacen retroceder a Baquedano después de ser herido. Baquedano con una nueva carga con la cincos escuadrones de caballería, hace retirar a los confederados agrupándose con su infantería. En una tercera carga en masa de la caballería restauradora, quiebra la línea de defensa de Santa Cruz.
La acción de Castilla frente a la carga de Santa Cruz
La historiografía peruana indica que ante la carga de Santa Cruz y la retirada de los restauradores, Castilla ordena a los batallones Santiago al mando de Sessé y medio Huaylas al mando de Vivero a regresar a la batalla pidiéndole a Gamarra sostenga su posición con estas tropas junto al escuadrón Lanceros, lo cual es solo la versión de la historiografía peruana ya que, Gamarra fue impedido de combatir en el campo mismo debido a que no podia perecer en combate al ser él, el elegido para tomar la presidencia del Perú en caso de resultar victorioso el ejercito restaurador, y porque los jefes divisionarios peruanos, entre ellos Castilla, estaban por orden de Portales, previo a su asesinato, de comandar cuerpos chilenos, lo cual fue una orden válida tambien durante la segunda expedición para el general Bulnes
Castilla se reúne con el general Eléspuru y el coronel Frisancho para que con sus tropas y el escuadrón Carabineros se dirijan a enfrentar a los confederados y evitar la retirada.
Con ello, Castilla a la cabeza del Santiago y Lanceros cruza la boca del río Ancash y haciendo retroceder la carga confederada.
Finaliza el enfrentamiento
Así confederados y restauradores nuevamente se enfrentan entre la quebrada del río Ancash y los parapetos defendidos por las tropas del Protector.
En sus trincheras, los confederados intentan resistir en ellas, pero son dispersados a la bayoneta, en una carga final. Allí quedan de los bolivianos, 2 generales y 1.400 hombres muertos: 3 generales, 9 coroneles, 155 oficiales, y 1.600 soldados prisioneros, 7 banderas, toda su artillería, 2.500 fusiles, todo el material de su ejército, y hasta la correspondencia privada de Santa Cruz.
El Diario Militar del coronel Antonio Plascencia describe que a una legua de Yungay a Mancosh, se encontraron 277 confederados muertos por la espalda lanceados por la caballería restauradora.
Bulnes cuenta 1.300 muertos, en el mismo campo de batalla, el presidente del Perú Agustín Gamarra confiere a Manuel Bulnes el título de Gran Mariscal de Ancachs y a José María de la Cruz el grado de General de División del Perú.
Después de la batalla
Santa Cruz, acompañado de los generales Riva Agüero, Cerdeña y Miller, llega a Lima después de cuatros días. Desconfiando de su seguridad personal en Lima, Santa Cruz viaja a Arequipa, de donde enfrenta un motín popular. Refugiado en el consulado inglés de Islay, un buque de guerra, de la misma nación, desembarca 50 hombres para conducirlo a bordo, e impedir que caiga en manos opositoras.
Por otro lado 900 soldados confederados comandados por los generales Pardo de Zela, Otero y Herrera marchaban hacia Lima con el fin de reunirse con las tropas del ejército del sur al mando del mariscal Cerdeña y las tropas del general Vigil que llegaban a 1000 hombres en el Callao.
Una insigne traición estallada en los críticos momentos del combate ha sido desgraciado acontecimiento que nos priva hoy del triunfo
Andrés de Santa Cruz, Protector de la Confederación Perú-Boliviana, El Eco del Protectorado, 28 de enero de 1839.
En Bolivia el canciller José María Urcullo del gobierno de José Miguel de Velasco se declara en paz con Chile, agradeciendo la destrucción del protectorado.
Bolivia por su parte ha recibido con transportes de alegría un suceso que ha asegurado en América meridional la existencia de los principios republicanos afianzando la independencia de Perú y Bolivia para la conservación del equilibrio continental
José María Urcullo, canciller de Bolivia, carta enviada a Manuel Bulnes.
En Chile, se celebra la victoria de Yungay. Entre otros honores, se decreta la creación de un barrio, con el nombre de Yungay, y la erección de un Arco de triunfo, en memoria del ejército vencedor.
Por toda recompensa, Bulnes pide al Presidente Prieto, que reincorpore a los militares dados de baja en 1830, y restituya a Bernardo O'Higgins el título, y honores de Capitán General, lo que es acordado por decreto del 8 de agosto, de 1839.
Señor Don Joaquín Prieto
Campo de batalla, Enero 20 Amado primo: Son las 4 de la tarde de este día, a cuya hora soy vencedor sobre el ejercito de Santa-Cruz, de tal modo que le puedo asegurar a Ud. que la campaña es terminada: como que luego, luego le notificare a Ud. de sus pormenores.
Urriola adelantara este conocimiento. Prepárese Ud. para dispensar premios a un ejército que por su valor sin igual i moralidad es sin ejemplo. Siempre, siempre de Ud
Manuel Bulnes, General en Jefe del Ejército Unido Restaurador
En Lima, Bulnes es recibido con entusiasmo y Agustín Gamarra instala su gobierno. El gobierno Perú pagó al gobierno de Chile el servicio prestado por el ejército chileno al derrotar a Santa Cruz, así como reconoció las acciones de los oficiales de Chile otorgándoles premios y condecoraciones del ejército del Perú. Gamarra envió una carta de felicitación al presidente Joaquín Prieto, agradeciendo su apoyo y reconociendo el accionar del ejército chileno. El 21 de enero, el Presidente Gamarra dirigió a los soldados del ejército unido restaurador la siguiente proclama:
Soldados. habéis probado espléndidamente que conocéis vuestros deberes para sostener vuestros derechos; sois dignos de combatir por la libertas, en donde quiera que se la ultraje; ella es también el objeto que mas venera vuestro compañero.
Agustín Gamarra, Presidente del Perú. Casa de Gobierno en Yungay, 21 de enero de 1839

Partitura del Himno a la victoria de Yungay
Consecuencias
Como consecuencias, la batalla de Yungay trajo el fin de la Confederación Perú-Boliviana, el cese de la influencia de Andrés de Santa Cruz en Bolivia, a pesar de que se contaron hasta 6 alzamientos a su nombre en Bolivia con posterioridad; y la restauración de ambas naciones por separado.
El triunfo en esta batalla es recordado por el Ejército de Chile con el Himno de Yungay, y en el Perú con la creación del Departamento de Ancash, zona donde se realizó la batalla de Yungay, reemplazando al antiguo Departamento de Huaylas.
La batalla de Yungay no tiene, en la memoria histórica del Perú, la misma importancia que tiene en la de Chile. Mientras que en el Perú no se conmemora oficialmente, ya que las guerras contra la Confederación se vivieron más como una guerra civil que como una guerra externa, en Chile se la recuerda como un hito fundacional de la nación.
Consecuencias de la Guerra del Pacífico

Soldados del regimiento Atacama
Tras su victoria, Chile tomó posesión no sólo de una importante extensión territorial, sino también de enormes depósitos salitreros, guaneros y de cupríferos.
El costo del conflicto en vidas humanas fue alto, sobre todo en lo que se refiere a pérdidas de vidas civiles. Un conteo hace calcular que las bajas estuvieron entre los 14.0001 y 23.0001 muertos, entre civiles y militares, a lo largo de la guerra.
La guerra concluyó oficialmente el 20 de octubre de 1883 con la firma del Tratado de Ancón, mediante el cual el Departamento de Tarapacá pasó a manos chilenas permanentemente y las provincias de Arica y Tacna quedaron bajo administración chilena por un lapso de 10 años, al cabo del cual un plebiscito decidiría si quedaban bajo soberanía de Chile, o si volvían al Perú.
A la firma de este tratado, el Departamento de Tacna contaba con tres provincias: Tacna, Arica y Tarata. En 1885, dos años después del tratado, Chile ocupó la provincia de Tarata, la cual fue devuelta al Perú el 1 de septiembre de 1925 por resolución del árbitro Calvin Coolidge, presidente de los Estados Unidos.
El plebiscito previsto en el Tratado de Ancón nunca se llevó a cabo y no fue hasta 1929 que se firmó el Tratado de Lima, que contó con la mediación de Estados Unidos, que decidió que gran parte de la provincia de Tacna fuese devuelta al Perú mientras que Arica y el resto quedara definitivamente en manos de Chile.
El Estado de Chile pudo iniciar un proceso de chilenización dirigido a la población de Tacna, Arica y Tarapacá, interviniendo en las organizaciones privadas y públicas de la zona.
A inicios del siglo XX, la chilenización se hizo más intensiva y compulsiva, llegando a puntos exacerbados hacia el primer centenario de la Independencia de Chile,18 por la actividad de ciertos grupos de población civil chilena, de naturaleza nacionalista, que comenzaron la creación de "ligas patrióticas" con la finalidad de desaparecer los rasgos peruanos de los territorios de Tacna, Tarata, Arica y Tarapacá.
La paz entre Chile y Bolivia fue firmada en 1904. Sin embargo, el tratado de paz entre ambas naciones, en el cual Bolivia definitivamente reconocía la permanente soberanía chilena sobre el territorio previamente en disputa, ha sido origen constante de tensiones diplomáticas entre ambos países durante el siglo XX y comienzos del siglo XXI, debido a que Bolivia perdió toda posibilidad de salida soberana al océano Pacífico.
Tras su victoria, Chile tomó posesión no sólo de una importante extensión territorial, sino también de enormes depósitos salitreros, guaneros y de cupríferos.
Éstos fueron adquiridos mayoritariamente por capitales británicos, por medio de la compra de bonos desvalorizados emitidos antes del conflicto por Perú y adquiridos a bajos precios con préstamos de bancos chilenos, que los hacían dueños de las salitreras.
Esto ha llevado a parte de la historiografía moderna a ver a los ingleses como instigadores ocultos de la guerra, sin pruebas concluyentes a decir de la historiografía chilena. Algunos historiadores creen ver en algunas publicaciones de la época, inglesas y europeas en general, por ejemplo la editorial del diario británico "The Bullonist", aparecida en 1879, como pruebas del apoyo a las aspiraciones chilenas.
Por el contrario, otros estiman que estas publicaciones se deben más bien al clima electoral existente en Inglaterra y a la ardua disputa entre el Primer Ministro Benjamin Disraeli, partidario de intervenir, y el liberal político británico William Gladstone, contrario a la intervención.
El salitre fue la principal fuente de riqueza de Chile hasta el descubrimiento del salitre sintético por los alemanes, durante la Primera Guerra Mundial.
Después de la ocupación chilena de Lima en 1881, el gobierno argentino ordenó alistar el ejército, la compra de un blindado, de material de guerra y la construcción de un línea férrea hasta los Andes como vía de abastecimiento.
Con ello ambos países se colocaron al borde de una guerra, aceptando la mediación del gobierno estadounidense. El 22 de octubre de 1881, se canjearon en Santiago las ratificaciones del Tratado de límites entre Chile y Argentina, un acuerdo con el que se definieron con precisión los límites preexistentes entre la Argentina y Chile en la región patagónica. Con este tratado, se entendía en Chile que Argentina se comprometía tácitamente a la neutralidad en la guerra que se libraba en el Pacífico y que no firmaría el Tratado de Alianza Defensiva Perú-Bolivia.
En 1883, Chile quedó en posesión de la Puna de Atacama de 75.000 km², que hasta entonces había pertenecido a Bolivia y la consideró de su propiedad después del Tratado de Tregua de 1884.
Sin embargo, diversos tratados y mediaciones entre Bolivia, Argentina y Chile concluyeron en 1889, cuando Argentina renunció a su reclamo sobre Tarija y Chichas reconociéndolas como territorio de Bolivia, y en 1899, cuando 64.000 km² de la Puna de Atacama quedaron para la Argentina y 11.000 km² para Chile.